A Anunciação

Mas a realidade expressa pelo título cheia de graça é fundamental para a realização dos desígnios salvíficos de Deus. Realidade essa que coloca Maria numa situação absolutamente excepcional e única para colaborar no plano de Deus, pois prepara-a de uma forma sublime para conceber e dar à luz o Filho do Altíssimo. Daqui deriva também a singularidade e unicidade do seu lugar no mistério de Cristo. Perante este mistério, comunicado por Gabriel, ela dialoga consigo mesma: medita naquilo que lhe estava a acontecer. E assim Maria não duvida, mas entrega-se à vontade de Deus a seu respeito. E Deus continua a obra que nela começou; dará à luz o Filho de Deus, não por acção humana, mas por obra do Espírito, porque esse filho vai ser chamado Filho do Altíssimo. Sinal disso mesmo é o seu nascimento, também ele virginal, para que os homens vejam que Ele é de facto o Filho de Deus. 

Espiritualidade do Catequista

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Desde sempre, Deus chama na sua Igreja a pessoas concretas que, em razão do Baptismo e pelo dom do Espírito Santo, são enviadas para que percorram os caminhos dos homens, anunciando-lhes a Boa Nova da salvação. Estes enviados são os catequistas que, tal como Jesus Cristo, se hão-de aproximar de todos os homens, dizendo-lhes o amor salvífico de Deus(Cf AG 15). Esta missão que o catequista realiza na Igreja de Jesus Cristo, precisamente porque é um envio, remete o catequista sempre Àquele que o envia, a Quem está na origem da sua missão: ao Deus de Jesus Cristo. O catequista é, então, um apóstolo que participa da missão da Igreja.

Formar Catequistas, testemunhas da fé

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Este é o trabalho que realizei para obter o IIº Grau em Teologia (Mestrado).

Na altura em que apresentei este trabalho (Junho de 2003) li o seguinte texto. Peço desculpa por não ser em português, mas lá a maioria das pessoas só sabia castelhano 😉

Formar catequistas, testigos de la fe

Yo he escogido este tema por dos motivos. El primero tiene que ver con la percepción de la realidad catequética en Portugal y de mi diócesis en particular, que en mi entender necesita de una atención urgente y prioritaria. El segundo motivo es la indicación de mi Obispo, que después de una partilla de impresiones, se ha mostrado muy interesado en la reflexión de este asunto, pues lo ve como una gran contribución para la catequesis diocesana.
Como hipótesis de trabajo, he tratado la formación de catequistas a partir del concepto de Iniciación cristiana, donde la iniciativa de Dios tiene el papel preponderante y que desborda toda la pedagogía. De este modo, profundando el concepto de Iniciación cristiana, mirando sus implicaciones en el hacer catequesis, iremos descubrir la identidad del catequista y sus consecuentes implicaciones formativas.
El método que vamos a seguir es descubrir lo que dicen las fuentes del Magisterio sobre la catequesis y la misión del catequista.
Esta monografía tiene el siguiente itinerario:
Empieza por una breve descripción de la realidad de la catequesis y de los catequistas, de una forma muy genérica.
En el capítulo siguiente miramos el concepto de iniciación cristiana como un itinerario de conversión y las consecuencias que derivan de ahí para la misión del catequista.
En el capítulo siguiente vamos abordar la identidad del catequista, como alguien que es llamado por la Iglesia con la misión de transmitir la fe.
La espiritualidad del catequista va a ser el tema del capitulo siguiente.
El último capitulo va a ser dedicado a elaborar las líneas de fuerza de la formación de los catequistas.
En el primero capitulo, donde se hace una primera aproximación a la realidad, hemos podido ver que allá, los catequistas son esencialmente laicos, jóvenes, del sexo femenino y con un nivel académico y de formación muy bajo, siendo que su formación catequética es muy floja. Hay muchas lagunas, sobretodo en la formación doctrinal y espiritual.
En el segundo capitulo tuvimos presente el concepto de catequesis que la Iglesia presenta, que es la catequesis de Iniciación cristiana.
De este modo, se trata de formar catequistas que sean capaces de transmitir no solo una enseñanza, sino también una formación cristiana integral, desarrollando tareas de iniciación, educación y enseñanza. Son necesarios catequistas que sean al mismo tiempo maestros, educadores y testigos.
La catequesis que el catequista es invitado a realizar es la de una autentica iniciación, ordenada y sistemática, a la revelación divina, que Dios ha realizado con el hombre, en Jesucristo, y que es conservada en la Iglesia. Esta revelación es anunciada de generación en generación, a través de una ‘traditio’ viva. El catequista es parte integrante (cf DGC 66).
La catequesis, dentro del proceso evangelizador, es el momento en que se estructura la conversión a Jesucristo, en un esfuerzo de fundamentación de esa misma adhesión, iniciando a la plenitud de la vida cristiana (cf DGC 63). Desde los tiempos apostólicos, el hacerse cristiano exige un camino de iniciación, con diversas etapas. Este camino puede ser realizado rápida o lentamente, como refiere el Catecismo, y el modelo inspirador será siempre el catecumenado bautismal de adultos (cf DGC 90). Y, una vez que es un proceso de conversión, es esencialmente gradual y cristocentrico, porque está al servicio de aquel que ha decidido seguir Jesucristo.
El proceso gradual de iniciación cristiana integra, en simultaneo, la propuesta de la fe y la celebración de los sacramentos: “El eslabón que une la catequesis con el Bautismo es la profesión de fe, que es, a un tiempo, elemento interior de este sacramento y meta de la catequesis. La finalidad de la acción catequética consiste precisamente en esto: propiciar una viva, explícita y operante profesión de fe. Para lograrlo, la Iglesia transmite a los catecúmenos y a los catequizandos la experiencia viva que ella misma tiene del Evangelio, su fe, para que aquéllos la hagan suya al profesarla” (DGC 66)
Es innegable que en lo cuadro cultural en que vivimos, el catequista también debe de suscitar la conversión a la fe inicial de aquellos que se aproximan de la catequesis, y de alimentar la fe de aquellos que ya han concluido el proceso de iniciación cristiana.
 La Iglesia necesita hoy de unos catequistas, en función de este tipo de catequesis: la catequesis de iniciación, como ya he referido. En la línea de lo que dice el Catecismo, “el que está llamado a “enseñar a Cristo” debe por tanto, ante todo, buscar esta “ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo”; es necesario “aceptar perder todas las cosas … para ganar a Cristo, y ser hallado en él” y “conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos” (Flp 3, 8-11). De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de “evangelizar”, y de llevar a otros al “sí” de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe (CCE 428-429).
El capitulo tercero trata de la identidad del catequista, que es un llamado por Dios, en su comunidad concreta, para seguir el mismo Señor en la misión de catequista. Por esto, el catequista es una persona con una fe profunda, que conoce bien el Señor y ha adherido a Su persona. Pero lo hace en la Iglesia, donde se percibe que el catequista tiene de tener una clara identidad eclesial, proveniente da su adhesión a Jesucristo y de Su seguimiento.
La identidad del catequista es definida no solo por su personalidad de cristiano, común a todos los cristianos, sino también por su misión especifica en la Iglesia. El catequista transmite la fe de la Iglesia como testigo y punto de contacto con la tradición de los Apóstoles.
El catequista es entonces una persona de fe profunda, que conoce los misterios de Dios y vive en plena comunión con ellos, inmerso en el amor de Dios. Vive estos misterios en la Iglesia, por eso es dotado de una clara identidad eclesial y cristiana.
 En un mundo marcado por el pluralismo de formas de pensar y de vivir, donde la uniformidad ya no existe, son necesarios catequistas firmes en sus convicciones cristianas y con capacidad de transmitir esa fe, donado las razones de su esperanza, que está fundamentada en convicciones serias provenientes del Evangelio.
A lo largo de su formación, el catequista hade ser ayudado a inserirse en la conciencia viva y actual que la Iglesia tiene del Evangelio, tornándose así apto para transmitir la Buena Nueva, en nombre de la Iglesia, participando del deseo que la Iglesia tiene de anunciar a todas las generaciones el tesoro que ella guarda y transmite integra y fielmente: la fe. Por eso la preocupación misionera del catequista es una realidad bien presente.
Porque el catequista es un enviado de la comunidad para hacer discípulos del Señor, la misma comunidad se renueva con aquellos que la Iglesia genera en su misión maternal.
En su formación, el catequista debe de ver desarrollada su espiritualidad – y este es el tema del cuarto capitulo – a punto de lo ayudar a vivir en la docilidad al Espíritu, que “prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la Comunión con Dios, para que den “mucho fruto” (Jn 15, 5. 8. 16)” (CCE 737). A luce de lo que hemos dicho anteriormente podemos ya afirmar que esta espiritualidad debe de ser cristocentrica, pneumatologica y eclesial.
Cristocentrica: el catequista deberá de tener comunión con Cristo, sendo testigo y señal de esa comunión con Jesucristo, que convida cada persona a vivir como hombre nuevo, tal como lo refiere San Pablo en la carta a los Efesio. El catequista es, entonces, un discípulo del Señor que vive en la obediencia de la fe el seguimiento existencial del Señor Jesús y esta condición de discípulo, que escucha el Maestre y vive en dependencia personal de Él. Es una característica fundamental de la vocación y misión del catequista.
Pneumatologica: la misión del catequista será tanto mejor cuanto sea realizada en unión con Dios, o sea, cuanto  más el enviado esté en unión con Aquel que envía. El principal catequista es el Espíritu Santo, lo que lleva a asumir una postura humilde de servo de la acción de Dios. La espiritualidad pneumatologica lleva, antes de más, a vivir en la docilidad del Espíritu Santo, y en dejarse plasmar interiormente por El, para que el catequista se torne lo más semejante a Cristo. No se puede testimoniar Jesucristo sin espejar su imagen, que es gravada en el cristiano por la gracia del Espíritu Santo, como lo refiere Juan Pablo II en la Redemptoris Missio.
Eclesial: todos los ministerios y vocaciones brotan del seno de la Iglesia, para la edificación de la misma. Existe una ligación profunda entre Cristo y la Iglesia y la evangelización, pues es la Iglesia que tiene por misión evangelizar. la espiritualidad del catequista debe tener presente su ser Iglesia, de la cual es miembro, vivo, que lo envía para, a través de la iniciación cristiana, edificar la Iglesia y favorecer el crecimiento de la comunidad cristiana.
La espiritualidad del catequista debe, además, fundamentar su misión de testigo, porque el testimonio es una forma de revelación y también motivo de credibilidad. Además de esto, la alegría y el gozo del anuncio de la Buena Nueva de Jesucristo es una característica propia de la espiritualidad del catequista. Es precisamente la alegría del catequista, como gozosa participación en la vida del Espíritu, la demostración más evidente de que la Buena Nueva que anuncia le ha llenado su corazón.
Llegado aquí vamos subrayar una de las características fundamentales del catequista, que es el de ser testigo de la fe. Pues en el ejercicio de la transmisión de la fe, el testimonio es esencial y permite, en virtud de su propia naturaleza, mostrar mas palpablemente la realidad de la fe, la vitalidad de la fe verdadera, la proximidad de Cristo. Gracias al testimonio, la Iglesia podrá afirmar delante del hombre de hoy la fuerza y la belleza de la fe (Cf NMI 16)
El catequista, como testigo de Cristo, narra en unión con el Espíritu Santo y en Iglesia, aquello que le ha sucedido, aquello que ha transformado su vida. Al hacer esto, torna presente hoy en la historia el acontecimiento revelador de Jesucristo, acontecimiento contemplado desde la fe, que vivifica su vida y constituí cada catequista como narrador personal de aquello que lo hace entrar en comunión con el testimonio apostólico. De esta forma, la actividad del catequista, como de toda la catequesis, al testimoniar la fe de la Iglesia, recría la experiencia actual del hombre, abriendo el camino de la esperanza y de la salvación. No se está a prestar un autentico servicio a la Palabra, al acto de transmitir la fe, si la mente y el corazón del hombre no se transforman a través del contacto con el Misterio divino.
Después de que hemos visto, muy sumariamente, lo que es la misión del catequista, vamos subrayar algunas líneas inspiradoras de su formación, tal como lo hemos visto en el quinto capitulo.
La primera es la cualificación espiritual. “La verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio catequista, de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio de su vida. Cada tema catequético que se imparte debe nutrir, en primer lugar, la fe del propio catequista”(DGC 239). El hecho de que el catequista sea un educador de la fe impele a que se implique en una intensa vida espiritual, siendo este el aspecto cimero y de más valor de su personalidad, y por lo tanto, el prioritario en su formación. Tal como dice el Papa Juan Pablo II: “El verdadero catequista es el santo”.
El crecimiento espiritual hade ser logrado a través de la comunión de vida y de amor con Jesucristo, que llama y envía cada catequista. En la comunión con el Señor, el catequista encuentra la fuerza y luz para una renovación autentica de la catequesis (Cf CT 9). La formación espiritual desarrollase en un proceso de fidelidad Aquel que es principio inspirador de la obra catequética: el Espíritu Santo.
La cualificación doctrinal es la segunda línea que quería referir. Esta hade ofrecer un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, que se articula en torno al misterio central de la fe, que es Jesucristo (Cf DGC 240). La formación deberá de ser sintética, de corresponder al anuncio a transmitir, donde los diferentes elementos de la fe deben de aparecer bien estructurados y armonizados entre si, en una visión orgánica que respecte la jerarquía de las verdades, ayudando los catequistas a madurar su fe y a se capacitaren para donar razones de su esperanza. Esta formación debe de ser impartida en estilo catequético, lo más prójimo posible de las realidades donde los catequistas van a ejercer su tarea (Cf DGC 241).
La tercera línea que quería referir es la cualificación en las ciencias humanas, pues el catequista debe de conocer la persona a quien se dirige y el medio donde está. El Vaticano II en el documento Gaudium et Spes ha dicho que: “Hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los principios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicología y en sociología, llevando así a los fieles a una más pura y madura vida de fe”(GS 62).
Por último la cualificación pedagógica del catequista. Pero partiendo del principio de que el catequista es alguien que se prepara para ser el que va a facilitar el crecimiento de una experiencia de fe, de la cual el no es dono, sino colaborador de la acción de Dios, que ha depositado la semilla de la fe en el corazón del catecúmeno.
Entonces, de lo que se trata es de conocer bien la pedagogía de la fe. Es normal que se adapten a la catequesis las técnicas empleadas en la educación en general, pero hay que tener bien presente la originalidad de la propia fe. En la pedagogía de la fe no se trata simplemente de transmitir un saber humano, sino de transmitir la integridad de la Revelación de Dios (Cf CT 58). El propio Dios, a lo largo de la Historia de la Salvación, ha usado y mostrado Su propia pedagogía, que debe de ser el modelo de la pedagogía de la fe. “La formación tratará de que madure en el catequista la capacidad educativa, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad para interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de activar procesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano hacia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que el catequista adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia personalidad los principios generales de la pedagogía catequética” (DGC 244).
Para terminar, quería referir que la importancia de la formación de los catequistas brota de la convicción de que cualquier actividad pastoral, si no es realizada con personas bien preparadas, pone en riesgo su suceso. Además, los instrumentos de trabajo colocados a la disposición de la pastoral catequética, si no son utilizados por catequistas bien formados, no son de hecho eficaces, por lo tanto una adecuada formación de catequistas no puede ser descuidada en provecho de la actualización de los textos y de una mejor organización de la catequesis, como lo refiere el numero doscientos y treinta y cuatro del Directorio General para la Catequesis.
Al catequista se debe de proporcionar una formación que, partiendo de la profesión de fe bautismal, ofrezca una exposición orgánica y sistemática de los contenidos fundamentales de la fe y de la vida cristiana. Debe de colocarse a su alcance una formación teológica que lo ayude a consolidar la fe recibida, proporcione certezas básicas de la fe y lo prepare para ser testigo y transmisor de la misma fe.
La tarea de comunicar la fe recibida es realizada en las comunidades concretas de cada catequista, donde, preferentemente, se debe realizar también su formación. Esto sin olvidar que cada catequista es miembro de la Iglesia universal, por lo que la formación debe ser realizada en la unidad de la fe de la Iglesia de manera que ayude a crecer en la comunidad eclesial.
Esta formación tiene como objetivo donar la capacitación adecuada a los catequistas para transmitir el Evangelio a aquellos que desean entregarse a Jesucristo, como dice el Directorio. Por lo tanto, la finalidad de la formación requiere que el catequista se torne lo más idóneo posible para realizar un acto de comunicación. El objetivo central de la formación catequética es tornar el catequista apto para la comunicación del mensaje cristiano (Cf DGC 235), iniciando a la vida de fe los catecúmenos o catequizandos, poniendo los cimientos de lo que es ser cristiano.

A Comunhão como Sentido

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Hoje, a vivência da comunhão pode assumir novos contornos; as possibilidades oferecidas pela técnica podem ajudar a uma maior clarificação do conceito de “comunhão” e a descobrir novas formas de a praticar. É um dado assente que esta revolução é universal, tal como a Igreja pretende ser – católica –, assim à Igreja cabe compreender este processo, assimilá-lo, na medida do possível, para poder situar-se na nova sociedade e realizar aí a sua missão, numa sociedade que pode caminhar para o bem e para o mal


Mais de 1000!

Pela primeira vez, este blogue já teve mais de 1000 visitas num mês. E Outubro ainda não acabou.
Continuemos a caminhar…

Conclusões dos Ateliers das Jornadas Nacionais de Catequistas

«A Catequese dos Adolescentes»
CONCLUSÔES DOS ATELIERS
Atelier 1 –  “Que estilo de catequese para os adolescentes”
1.   Análise da realidade: forças e fraquezas
Da reflexão em grupo foram apontadas as seguintes:
“Forças”
      Disponibilidade e empenho dos catequistas
      Envolvimento e responsabilização dos adolescentes
      Promoção da formação
      Adaptação do material catequético
“Fraquezas”
      Formação, preparação e compromisso dos catequistas para a missão
      Falta de acompanhamento do catequizando na sua realidade e individualidade
  Testemunho “frágil” (catequistas e comunidade)
  Relação com e envolvimento dos pais
  Famílias disfuncionais
  Falta de receptividade e unidade na comunidade
  Modelos sem vida
2. Um estilo de catequese para adolescentes
      Procurar conhecer cada adolescente na sua singularidade, nomeadamente nas suas experiências de fracasso, sonhos e aspirações.
      Apresentar Jesus Cristo como modelo ideal, capaz de provocar admiração e arrastar à sua imitação.
      Proclamar a Boa Nova: morte e ressurreição de Jesus Cristo e apresentar o amor incondicional de Deus a cada um.
      Ajudar o adolescente a uma reflexão de vida à luz do evangelho e ajudá-lo a comprometer-se num projecto de crescimento pessoal e comunitário
      Proporcionar a comunhão e intimidade com Jesus Cristo em cada encontro de catequese.
      Ajudar os adolescentes a serem sujeitos activos, protagonistas da evangelização e artífices da renovação social.
  
Atelier 2 – “O papel da Comunidade na catequese dos adolescentes”
O atelier funcionou em três momentos distintos:
      Um em que se fez uma abordagem dos concertos de comunidade e catequese, à luz da Sagrada Escritura e dos documentos do Magistério da Igreja, salientando que a comunidade aborda realidades muito diversas, que cada comunidade é o resultado de outras comunidades, sendo nesse contexto que se integra o grupo de catequese. Assim, a comunidade “obedece” a um conjunto de critérios: o Evangelho como elemento fundador, comunhão eclesial, globalidade das funções eclesiais, ministerialidade, fecundidade, gestão de conflitos.
      A comunidade surge deste modo como condição necessária para a catequese, uma vez que é lugar, ponte, meta da catequese (DGC158).
      Num segundo tempo houve lugar para trabalhos de grupo sobre algumas questões:
1. Considerando as características da comunidade, que contributo pode dar cada um de nós para a melhoria das nossas comunidades?
2. Como ajudar as adolescentes a descobrir e a fazer experiência de comunidade?
3. Como tornar as adolescentes fermento e missão da comunidade?
4. Como pode o catequista ser construtor de comunidade?
       Terceiro momento; partilha e respostas dos grupos às questões:
     – Procurar viver na simplicidade e harmonia cristã, transmitindo assim um contributo do nosso testemunho novo.
      Tentar anular o individualismo e fomentar a experiência de comunidade, de forma a sermos elementos de coesão e comunhão eclesial.
      Cada um dar um pouco mais de si, no envolvimento do grupo e da comunidade, procurando fazer um esforço para convidar os mais afastados.
      Envolver as famílias
      Fomentar a comunhão entre os catequistas
      Partilhar a vida com outros do grupo e entre os vários grupos de catequese.
Atelier 3 – “Uma educação para a liturgia na catequese dos adolescentes”.
Três ideias/subtemas:
      Como vemos a dimensão religiosa dos adolescentes
      A relação dos adolescentes com a liturgia
      A educação dos adolescentes para a liturgia
Se o adolescente “é capaz de Deus” (porque também ele é criação de Deus) então ele já possui em si uma dimensão religiosa, que é necessário trabalhá-la nesta fase/idade.
Para que isso resulte, é preciso partir das características humanas destes adolescentes e proporcionar-lhes momentos/experiências significativas/
marcantes/intensas.
Uma das dificuldades que os catequistas encontram é talvez a falta de acolhimento/abertura por parte da Igreja. A juntar a este facto, os adolescentes também não se vêm retratados/identificados com a sua comunidade e suas regras, bem como, aos espaços/tempos da liturgia.
Assim, para que haja o tal envolvimento na liturgia, torna-se indispensável ir ao “mundo deles” para conhecer os seus anseios, interesses, dúvidas…permitindo-lhes uma vivência/experiência plena daquilo que é/deve ser, na verdade a liturgia como experiência religiosa.
A sua fé é pessoal, própria (à sua maneira) fazendo um exame crítico da fé.
Depois do visionamento dos três filmes, podemos concluir que afinal eles (jovens) participam intensamente desde que tenham as condições necessárias para isso: encontros com o chefe da Igreja (Papa); Jornadas Mundiais da juventude; missa campal em contexto juvenil; retiros; vigílias de oração…
Esta participação activa/vivência intensa parte muitas vezes da envolvência
ou empenhamento que eles têm na preparação do próprio encontro.
Para os adolescentes nem sempre interessa a quantidade mas a qualidade (A força dos símbolos, dos textos, dos espaços, das músicas, etc.)
Enfim, afinal os adolescentes relacionam-se intensamente com a liturgia, desde que esta vá ao seu encontro: à sua vontade, os anseios, interesses. Para isso eles têm de PARTICIPAR-VIVER-EXPERIENCIAR.
Na educação dos adolescentes para a liturgia, devemos salientar alguns aspectos:
– Antes de haver uma “celebração litúrgica” tem de haver uma catequese litúrgica (esta educa para a liturgia).
– Então, para que esta catequese seja verdadeiramente litúrgica, tem de haver Formação/Informação de todos os agentes da comunidade cristã.
– Por outro lado, temos de ter em conta que esta catequese deve incidir sobre a explicação dos símbolos; rituais/gestos; as orações/textos; espaços;
cânticos; momentos/etapas…é, ou deve ser, portanto, explicativa e memorial.
Para além desta catequese também se deve fazer uma catequese mistagógica, pois só assim há uma aceitação e compreensão do que é a liturgia.
Podemos aqui lembrar o R.I.C.A como método catequético.
Quanto aos desafios que este tema nos lança, podemos dizer que será necessário deixar de lado “pré-conceitos” que temos como adultos/catequistas, conhecê-los cada vez melhor e tratá-los como pessoas, válidas e importantes para a sociedade.
É, pois, valorizá-los e motivá-los para que a nossa mensagem (Palavra de Deus) deixe mossa e faça eco!
Atelier 4 – “Materiais de Catequese”
Apreciação
1.  Aspectos positivos
      São uma ajuda preciosa
      Há um salto qualitativo na qualidade
      Ilustrações apelativas
      Mais dinâmicas nos encontros
      Maior riqueza doutrinal das introduções dos guias
      A existência de duas propostas de experiência humana
      As músicas propostas são actuais e mais apelativas
      Maior preocupação com a interiorização da mensagem e com o compromisso.
      Apostar no grupo – ensina a ser grupo
2.  Aspectos a melhorar
      Conteúdo doutrinal excessivo nas sessões de catequese
      Dificuldade em levar os catequizandos a fazer uma experiência de fé
      A saída dos materiais mais cedo, antes do ano catequético ter terminado
      Introduzir mais momentos de oração e celebração
      Introduzir dinâmicas e propostas para os tempos litúrgicos fortes
      Mais propostas de compromisso social e eclesial
      Explicitar as propostas pedagógicas em ordem a uma adaptação aos adolescentes
Usabilidade
1.  Aspecto positivo
      Guia e catecismo estão bem articulados entre si
2.  Aspectos a melhorar
      Maior divulgação dos meios audiovisuais
      Ter mais em conta o tipo de comunidades paroquiais onde vão ser trabalhados
      Diversificar o tipo de linguagens empregues
O grupo foi unânime em considerar que os materiais têm uma clara opção pelo ensino e não pela conversão, como deveria ser.


Atelier 5 – “Formação de catequistas de Adolescentes”
1ª Questão colocada:
Quem são os nossos catequistas de adolescência?
Respostas Dadas:
·         São precários
·         São casados
·         São professores
·         São religiosas
·         São pessoas com mais formação
·         São pessoas com maturidade
·         São pessoas com o Curso Geral de Catequistas
De todos os aspectos apresentados deu-se mais relevância à questão da maturidade até porque os adolescentes de hoje são tão diferentes que só com maturidade se lhes consegue dar respostas.
2ª Questão:
Que formação têm?
Respostas dadas:
·         Curso geral
·         Curso de iniciação
·         Curso de reciclagem
·         Formação bíblica
A este nível reforçou-se ainda a necessidade de após cada sessão de catequese se deve fazer uma avaliação dessa sessão, identificação dos pontos menos conseguidos e começar logo a preparar a sessão seguinte para se poder absorver a informação e a mensagem que se vai querer transmitir.
Frase chave:
“Na catequese não devemos usar pregos mas antes parafusos” P. Canas
3ª Questão
Que dificuldades encontram os catequistas de adolescentes?
Respostas dadas:
·         Medos de lidar com adolescentes
·         Medos de serem contestados
·         Medo de não terem respostas
·         Medo de não estarem à altura
·         Falta de ligação à família
·         Têm catequizandos obrigados
·         Têm dificuldades de metodologia/adaptação
·         Falta de preparação
·         Descobrir caminhos novos
·         Medo de assumir compromisso
Conclui-se que a preparação real permite combater os medos, tendo o MEDO sido considerado o principal problema.
4ª Questão
Que desafios para a catequese da adolescência?
Respostas dadas:
·         Desmontar a catequese actual a todos os níveis
      O modelo que conhecemos não é o único
      O calendário de catequese pode ser alterado
      Qual a periodicidade correcta?
      Quais os melhores materiais?
      Quais os tempos de catequese?
·                 Criar espaço de descoberta
·                 Conhecer o grupo e fazer a abordagem certa para o grupo/faixa etária/desenvolvimento cognitivo
Súmula final:
Quem não apostar na sua formação permanente,
acaba deformado pelo meio ambiente!

Atelier – Os Materiais Catequéticos e a sua exploração na catequese com adolescentes

Este fim-de-semana participai nas Jornadas Nacionais Catequistas, em Fátima, subordinada ao tema «A Catequese dos Adolescentes».
Aí, orientei um atelier, intitulado «Os materiais catequéticos e a sua exploração na catequese dos adolescentes».
Aí, para além das interacções entre os participantes e as diversas comunicações,  partilho aqui a apresentação que utilizei para suportar a minha comunicação.

materias_e_catequese

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Conclusões do Atelier, tal como o SNEC divulgou:

Apreciação
1.  Aspectos positivos
      São uma ajuda preciosa
      Há um salto qualitativo na qualidade
      Ilustrações apelativas
      Mais dinâmicas nos encontros
      Maior riqueza doutrinal das introduções dos guias
      A existência de duas propostas de experiência humana
      As músicas propostas são actuais e mais apelativas
      Maior preocupação com a interiorização da mensagem e com o compromisso.
      Apostar no grupo – ensina a ser grupo
2.  Aspectos a melhorar
      Conteúdo doutrinal excessivo nas sessões de catequese
      Dificuldade em levar os catequizandos a fazer uma experiência de fé
      A saída dos materiais mais cedo, antes do ano catequético ter terminado
      Introduzir mais momentos de oração e celebração
      Introduzir dinâmicas e propostas para os tempos litúrgicos fortes
      Mais propostas de compromisso social e eclesial
      Explicitar as propostas pedagógicas em ordem a uma adaptação aos adolescentes

Usabilidade
1.  Aspecto positivo
      Guia e catecismo estão bem articulados entre si
2.  Aspectos a melhorar
      Maior divulgação dos meios audiovisuais
      Ter mais em conta o tipo de comunidades paroquiais onde vão ser trabalhados
      Diversificar o tipo de linguagens empregues
O grupo foi unânime em considerar que os materiais têm uma clara opção pelo ensino e não pela conversão, como deveria ser.